lunes, 5 de septiembre de 2011

MANUEL LAZA. SOBRE RETROSPECTIVA EN CASA FUERTE DE BEZMILIANA

    Cuadros y Poesía
          La mirada mandálica de David Sancho
 
La fuerte impresión de que lo que había leído en unas palabras de Juan Gaitán sobre la obra pictórica de David Sancho dan en la diana, muy posiblemente acompañan ahora a mi decir. Pero la percepción que tengo de los cuadros que he visto del artista plástico más maduro de su generación, (hablo de madurez en su oficio; hablo de su generación cronológica; hablo en función de lo que de todo eso conozco y he visto. Nada más), es genuina hasta donde ello es posible: se produjo apenas comenzaba yo a ver sus creaciones, y cuando lo hacía, nada aún había leído de su obra y de las opiniones y valoraciones de ésta. Por otra parte no extrañaría yo que mi visión del arte coincidiera, y no poco, con la expresada por Juan: son muchas las cosas en que, sin pretenderlo y “sin previo aviso”, ambos coincidimos.
No voy a entrar en los caminos de la crítica especializada de la pintura, donde con frecuencia se buscan ecos, influjos, historia personal de un aprendizaje que ha transitado por tales o cuales maestros, inevitablemente anteriores. Háganlo eso los expertos, los dotados para la palabra académica idónea, y vaya uno más bien a su personal manera como se ven las obras del espíritu llevadas a término con la materia de que cada modo de arte se maneja y plasma. Y así, comienzo por decir que en la pintura de David Sancho nada he visto que no sea fruto de un mirar de frente al mundo desde “interiores contactos propios”, casi seguro que indecibles sin la poesía con que él nos transmite el choque del espíritu y la materia, la luz del pedernal del alma dándosenos en plasmaciones de nítidas simbologías cromáticas. ¿Son los cuadros de David Sancho mandalas? Porque en ocasiones, me lo parecen.
Intuyo que del mismo modo que al ver sus obras por primera vez y sentir lo que me es difícil de expresar en palabras, así también el propio artista, encarado a su interior vibrante ante ese mundo donde los objetos, los paisajes, los tiempos y todos los celajes del alma humana se entrecruzan y se hacen o se quieren hacer cosa plasmada en poesía, (color y formas, o palabra y ritmos, ¿qué más da, al cabo? ¿No se dijo aquello de “ut pictura poesis”?), él solo ante el blancor del lienzo pone de sí mismo lo que por espíritu y mirada halla en el interior de cada cosa, de cada instante, ya sea un árbol, un paisaje urbano, un deslumbramiento personal ante el mundo. Y nos va dando en plasticidades lo que de su mirar le nace.
Y termino ya, ofreciendo ahora a la reflexión de quien esto lea y esos cuadros contemple, parte, (sólo parte), de lo que hizo brotar en mi interior la primera impresión de la poesía pictórica (¡y mandálica!) de David Sancho. Es un poema:
      Guerra es del tiempo, oh tiempos!

Y repentina una luz estalla una orgía de colores se armoniza y un temblor de líneas dibuja formas nacidas de dónde
y grita una joven, malherida: oh sí,
sobre el lienzo
de la batalla!
Nadie sabe nada de nadie y sólo el que pintaba mira intenso y quieto el hueco desde donde le mira su obra, oh muro vertical del museo
solitario entre el gentío, enajenado: oh sí,
ante el lienzo
de la batalla!
Y una luz estalla repentina.
Y una orgía de colores se armoniza.
Y un temblor de líneas iluminadas.
Y un tiempo de guerras, oh tiempos!
Sobre estos campos verticales de lisos lienzos germinados.
Sobre estos campos:
estalla y
armoniza
y grita
sobre los lienzos
de las batallas! Mirada quieta

 

viernes, 2 de septiembre de 2011

Valentía y color en la obra de David Sancho

Mª. Jesús Martínez Silvente
Doctora en Historia del Arte

Dedicarse a la pintura hoy es, cuanto menos, un gesto de valentía. David Sancho la conoció en su infancia y, desde entonces, no se ha separado de ella.
En este mundo de confusión creadora donde resulta tan complicada la lectura de la obra de arte, tantas son las prácticas y tan variadas las propuestas, a veces nos olvidamos de que hay artistas que confían su talento a medios tan tradicionales y contrastados como la pintura.
Valiente resulta también la fuerza con la que Sancho recurre al color -su característica más sobresaliente- mostrándolo en su pureza y en su mezcolanza, según se lo pida el lienzo. El estudio de las tonalidades se realiza con una meticulosidad extrema y los resultados que se obtienen no dejan lugar a dudas: lo que en teoría pueda parecer discordante, casa en armonía en una composición equilibrada.
El color prima sobre la forma que, en repetidas ocasiones, se afirma mediante la línea, el trazo grueso o las manchas difuminadas; los volúmenes conviven en sus espacios imposibles que, interiores o paisajes, sirven de marco a figuras que, en nuestra vida cotidiana, jamás convivirían. Pero la tradición y la naturaleza también se funden en la obra de este pintor antequerano , que muestra, de una manera muy característica, temas de siempre con una mirada actual. Sancho se sirve de claves tan modernas como la exposición de la presencia, la ausencia, el juego o la obra inacabada -y acabada por el espectador-, a las que da forma con el refuerzo de utensilios tan enraizados como la paleta y el pincel.
Tan barroco como para utilizar el bodegón e inclinarlo hacia el espectador; tan cubista como para mostrar los objetos desde varios puntos de vista; tan fauvista como para esgrimir los colores hasta dejarlos exhaustos, tan metafísico como para expresar la soledad del individuo; abstracto, figurativo, clásico, expresionista… David Sancho sabe conjugar lo mejor de todos ellos y crear una obra tan personal como valiente, cediendo al espectador la última palabra.


Crítica de Noelia García Bandera

La obra de David Sancho no nos deja indiferente y la razón es muy simple. Cuando un artista plástico se enfrenta a su trabajo con la pasión y la disciplina que se refleja en su pintura de forma tan explícita, los resultados vibran y excitan, al igual que su paleta cromática, llena de color y movimiento. Deudor del lenguaje expresionista, sus gustos se hacen patentes a través de trabajos tan laureados como los de Willem De Kooning y Alfonso Albacete, síntesis y antítesis de su labor pictórica, pues Sancho cuenta con su propio dialecto artístico.

La importancia del color no contrarresta el empuje de la forma y el contenido, tres nociones que, aunque unidas como un todo, tienen entidad propia. Así, vemos más interesante invertir los conceptos y comenzar con su temática, propia de un devorador visual del entorno real. Gracias a una serie de dispositivos personales, como la conjunción de su propia experiencia, una mirada insaciable y unos recuerdos inalterables, crea una obra donde los bodegones y los paisajes acaparan la mayor parte de su producción. Aunque el elemento humano no abunda, si muestra interés por su presencia, una presencia anónima que normalmente se minimiza con la representación del paisaje, donde la figura de una persona se puede disipar entre la grandiosidad de las arboledas y los monumentos. Señalemos la notable aparición en su trabajo de los espacios fúnebres y sus populares símbolos, iconografía conocida como inquietante y oscura, pero concebida desde una perspectiva de agrado, armonía y paz.

Cuando hablamos de la forma, involuntariamente hablamos del color, pues forma y color se unen en el lenguaje del pintor. La concordancia sensorial es tal, que acaban convirtiéndose en los límites físicos de la obra de Sancho. Su carácter intuitivo le beneficia a la hora de percibir las dimensiones y los planos, moldeando la obra en múltiples trazos. Aunque parezca un galimatías cromático plasmado sobre una superficie plana, el cuadro cuenta con un equilibrio constante de elementos y colores delicadamente estudiados, donde la tonalidad y las partes se sistematizan para nuestra contemplación pictórica. De esta forma, los valores formales de su pintura crean un eje simple donde la profusión de la línea horizontal equilibra la verticalidad a veces producida por las dobles miradas de los reflejos acuáticos.

Su inquietud y expectación llegan a tal extremo que el destino perceptible de un cuadro puede cambiar de inmediato aportándole una nueva personalidad e incluso un nuevo argumento. La fusión y confusión de pinceladas y colores se funden en otra obra sin abandonar el soporte original, ya sea tabla o lienzo, fusionando dos cuadros o inspiraciones en un estudiado resultado final. Señalemos que dentro de su trabajo se pueden observar ciertas llamadas de atención al espectador, especies de signos o dibujos donde nuestros ojos se detienen inconscientemente y nuestra mente reflexiona cuando dan con ellos. Un uso puntual, exquisito e inteligente del difícil color blanco y la utilización de la madera como un tono más dentro de su labor artística, hacen del trabajo de David Sancho un juego constante de la idea de lo acabado y lo inacabado, llegando a ser una experiencia visual ciertamente acertada a través del hábil y diestro uso de los expresivos colores.


Noelia García Bandera
Historiadora del Arte

Segunda critica , Madrid 1996

Al pintor  David Sancho.

Sus representaciones son en numerosos casos directas, sin posterior elaboración, como en algunos paisajes en los que sin duda se ha sentido emocionalmente involucrado.

Otras veces, siendo más evocadas, en estas representaciones trasciende una pretensión formal más elaborada o comprometida.

Pero en todos los casos sus soluciones parten siempre de la pintura, colores articulados y armónicos al servicio de la expresión; el lenguaje plástico tiene un total protagonismo. Existen también en esta obra soluciones comunes a otros pintores del momento actual. Pero paralelamente, y esto es lo que a mi parecer le confiere una mayor importancia a su quehacer, se observa una intensa búsqueda personal que , sin duda, aporta realidad y consistencia a su pintura , y que nos invita a contemplar un futuro que esperamos con interés y atención.






                                                    Concha Hermosilla
                                       Profesor Titular de Pintura  UCM

Primera crítica de la obra de David Sancho. 1995

Su historia de pintor es corta, pero ya comienza a manifestarse con seria y noble vocación.

Haciendo un breve recorrido por el contenido temático de los cuadros que ahora presenta, lo mas importante para David “Pintor”  es el Paisaje con todos los problemas que él conlleva: luz, color, líneas, manchas, tensión, fuerzas expresivas, integración de contrarios, coherencia, unidad tonal...
Con todo ello, resuelve su particular problemática.

Sus cuadros tan variados ya tienen un lenguaje personal, con una fractura adecuada, una luminosa y chispeante paleta, rica de color y esmaltada de luces festivas, capaz de dar intensidad a lo que pudo quedarse en puro artificio.

La pintura de David Sancho responde a una distribución de elementos y a una ordenada administración espacial, que ha derivado de la forma figurativa a una composición múltiple de armoniosa confusión.

En suma, los cuadros  que ahora expone parten de unas composiciones estrictamente pictóricas y con ello nos propone poéticas historias de adivinación y realidad, siendo muy válidas por pura plasticidad



                                             Miguel Gutiérrez Fernández.
 Catedrático de paisaje de la facultad de Bellas Artes, Santa Isabel de Hungría de Sevilla


NATURALEZA INTERIOR

“A David Sancho, por unas pinturas”

La naturaleza de cansa de oponerse a la nada. Por eso el tiempo aparece en las mitologías como ordenados del caos y vacío sin límites. Y así , en el discurrir del tiempo todas las imágenes ocupan su estancia, aunque a veces todos los sitios parecen estar fuera de lugar .Cada segundo nuestros ojos pueden captar una docena de partes de una secuencia. Por eso el mundo se mueve y no es como en los cuadros. Y es que los cuadros son eso, pedacitos del total de las cosas y del tiempo.Quietos en apariencia, inmutables en su intención, y a veces como la silla real. Y la luz parece querer quedarse, detenerse en un átomo de segundo entre sus contraluces, y elegir ese instante para soñarse a sí misma, convertida en estatua de sal a contemplar el centro del arco iris. No eres tú quien se detiene a mirarla, es esa imagen pintada la que se asombra de verte pasar y moverte a su lado, mientras ella permanece prisionera en su propio prodigio, enamorada sin remisión de su atrevimiento. En esa cárcel de geometría y color ella está inmóvil aunque no varada, sigue estando aunque no la mires. Está hecha de fibra y yeso, y pintada con extraños artilugios neolíticos llamados pinceles, que se empapan en aceites y resinas y tierras de colores. Parece una pérdida de tiempo, del ese tiempo que se ordena sumiso y gozoso en cada imagen mirada. Así se salva el caos de la mediocridad del azar.  

                                                                     Septiembre, 2000

                                                 Jesús Martínez Labrador

                                                        Artista plástico

REFLEXIÓN SOBRE EL PAISAJE

Un paisaje es un estado de ánimo, en el cual la mancha, el gesto, el color, la línea, el plano. Son recursos para expresar vitalidad o negritud. Como espejo de la realidad donde se puede respirar espacio, las forma se cierran y se abren en cualquier plano para dejar ver la intersección de cruces (en muchos casos) o móviles para articular la composición.
Muchas veces los títulos de mis obras son meros acompañamientos para crear una línea de comprensión entre el publico y la obra, otras veces cobran una gran importancia para el dialogo con el espectador, más allá de las leyes propias del cuadro, quieren expresar sueños y realidades a través de una economía formal.
Para mi el color es la característica más sobresaliente, mostrándolo en su pureza y en su mezcolanzas según lo pida el lienzo. Me gusta realizar el estudio del color con una meticulosidad extrema y los resultados pueden parecer discordantes pero que al final adquieren una composición arriesgada y equilibrada.
En la mayoría de los casos el color prima sobre la forma, que en muchas ocasiones son estructuradas mediante simples líneas o puntos.
Muchas veces me gusta que sea el propio espectador que sea el que acabe la obra e incluso que otras muchas veces le ponga el titulo.