miércoles, 28 de septiembre de 2011

SONETO DE RAFAEL INGLADA



LA PINTURA DE DAVID SANCHO


Y arroja el bastidor, y el oro arroja.

Pedro Espinosa


El rosa es plano y tiene su fuente y da su gracia,
y da su sombra a un verde posado y luminoso.
Pintura que deshace su aroma en luz, hermoso
cristal para un jardín sin siglo y sin acacia.

Aquí mantiene el puso un sol que irrumpe hacia
la tela y la desdobla, se destina al reposo.
Lo puro es un estanque, sin más brillo que el poso
de un reflejo furtivo que el viento torvo sacia.

La cúpula, la calle, la sombra del bazar,
el brillo en la tetera y el azul ultramar,
la pérgola del tiempo dando su nota viva.

Pintura sola, rama del árbol pensativa
que tiembla condenada y al acrílico nace,
se eleva, se bifurca, se talla, se deshace…



                                                             Rafael Inglada
                                                             Poeta  y  Editor


CRITICA DE JUAN GAITAN

David Sancho, el color de la realidad
Por Juan Gaitán


Si la poesía, ateniéndonos a la perfecta definición machadiana, es “palabra en el tiempo”, ¿podríamos decir que la pintura es, acaso, “color en el tiempo”? No es un descubrimiento que poesía y pintura, palabra y color, tienen un hilo común, una línea continua que los comunica y los hermana como instrumentos de la expresión del ser artístico. Poetas y pintores han usado palabras y color, a lo largo del tiempo, para explicar (a sí mismos, y también a los demás) el mundo, para definir la realidad, bien como es, bien como quisieran que fuese.

David Sancho pertenece al grupo de quienes viene explicándonos su interpretación de la vida, mostrándonos sus opiniones y sus reflexiones, con el color como materia básica y el paisaje como argumento principal.

Desde un particular modo de construir la perspectiva con manchas de color y la inclusión de figuras gráficas y geométricas, el artista crea juegos de perfecto dinamismo (unas veces cómico, otras dramático, como la vida misma) y de un marcado positivismo, determinado ineludiblemente por el color.

En esta exposición, “La mirada del visitante”, David Sancho ha ahondado aún más en la importancia del color y el comportamiento de la luz. Basado en las imágenes e impresiones que ha retenido en sus viajes, se sirve del color para mostrarnos las diferencias entre las distintas culturas, descubriéndolo en los elementos cotidianos, en la calle, en el paisaje, haciéndonos ver su idioma, su expresivo código, el reflejo psicológico que representa.

Usando mayoritariamente formatos cuadrados, que le ofrecen espacios más concentrados y una imagen más controlada y directa, David Sancho analiza con maestría la sutil diferencia simbólica que el color tiene de unos países a otros, de unos hombres a otros, y cómo se decantan hacia determinadas combinaciones, rechazando otras, y cómo eso es una forma pura de lenguaje.

El color, siempre el color. El color como protagonista, como constructor de planos y perspectivas. El color como espejo anímico. El color capaz de supeditar la línea, de subordinarla, de volverla silenciosa y neutra. El color como impacto visual, como anécdota y como totalidad. El color como sentido último. El color como terapia. El color como huella humana. El color como palabra en el tiempo. El color como última, definitiva, ineludible realidad.

                                                                                     Juan Gaitan
                                                                              Periodista y Novelista

TENERÍAS, DESARROLLO DE LA INTERPRETACION

Comentario de la obra Tenerías
Collage: vinilo, lápiz  y acrílico sobre dm
Medidas: 25 x 25cm

La foto de la izquierda fue tomada en Fez. Son sus famosas Tenerías.
La foto del centro es una interpretación de la anterior en acrílico sobre papel guarro. La foto de la derecha es una interpretación de la anterior en vinilo y acrílico sobre Dm.
Refiriéndonos a lugar: las tenerías son unos lugares que se utilizan para teñir las pieles, costan de grandes fosas donde depositan el tinte y sumergen las pieles, lo mas destacado en el son las líneas curvas y la arquitectura irregular.
Lo que mas me llamo la atención fueron las constantes formas singulares, la profusión de manchas circulares, de color, formas que se reflejan en los tintes de las pozas. etc., etc...

En realidad el resultado final de esta pieza es una de las más  personales que contiene la nueva colección sobre el norte de África, ese “caos ordenado” admite la incursión de formas y símbolos caligráficos que no afectan para nada a la compresión e identificación del paisaje.
Aquí he omitido elementos y aportados otros que plásticamente puedan dar una idea fantasmagórica del motivo. Los arcos del fondo y las siluetas “apelotonadas “del suelo nos acercan a las pozas
En arte no todo se cuenta o se narra, muchas veces se insinúa se idealiza y se simplifica a capricho del artista para acercarlo mas a su personalidad y darle mas magia.
 David Sancho

miércoles, 14 de septiembre de 2011

INTERPRETACION DE LA REALIDAD 3

Comentario acerca de la obra y su modelo:
Titulo;   PUESTO DE ALFOMBRAS Y COLLARES
 Técnica: collage y mixta (acrílico, lápiz y vinilo) sobre dm
Medidas 35 x 35

Esta  foto que veis a la derecha  también es de un recorrido por la ciudad de Asshila. Como podéis observar lo más destacable es la belleza  caótica de la composición espontánea con la que me encontré. Este tipo de descubrimientos alientan y alimentan la imaginación y máximo cuando el entorno es lumínico y colorista.
Donde hay desorden cabe la  fantasía y donde hay fantasía hay vida. Aquí lo que mas destacaría es la profusión de formas verticales , horizontales, colores fríos y calientes…luz y contraluz.

David Sancho

INTERPRETACION DE LA REALIDAD 2

Comentario acerca de la obra y su modelo:
Titulo;   ASSHILA
 Técnica: collage y mixta (acrílico, lápiz y vinilo) sobre dm
Medidas 35 x 35

Esta  foto que veis a la derecha  también es de un recorrido por la ciudad de Asshila. Como podéis observar lo más destacable es la belleza  el gran potencial de luz. Aquí he resaltado colores, anulado otros y he querido insertar signos a modo de círculos que crean puntos de atención en el paisaje, como una especie de simbología o caligrafía
La Asshila que aquí pretendo mostrar es más sensorial que real o tangible. Un espacio en que todos los colores caben porque ya se encargará el entorno de armonizarlos

David Sancho

INTERPRETACION DE LA REALIDAD : ejemplos

Comentario acerca de la obra y su modelo:
Titulo;   PUESTO DE HORTALIZAS
 Técnica: collage y mixta (acrílico, lápiz y vinilo) sobre dm
Medidas 25 x 25

Esta  foto que veis a la derecha  también es de un recorrido por la medina de Fez. En  esta ocasión un grupo de cebollas, las cuales me sugirieron un poema muy conocido de Miguel Hernández. En uno de mis paseos observe a un señor comiendo una cebolla cruda con un trozo de pan. Lo cual me impacto por el sabor fuerte de esta hortaliza. No es que yo quiera hacer una critica social de aquel instante, pero convertí el color rojo y dorado de la foto inicial por colores grises y azules como “sensación gustativa” que a mi me produciría aquella comida simple.
Como siempre opte por una reducción de elementos, pero que en realidad da idea de conjunto de cebollas por así decirlo
.
No es que el objeto en si sea lo más importante sino la agrupación de elementos, para describir el fondo use unos planos cortados, recortados y entrecortados.  Para no crear un vacío o un fondo plano. En cuanto al color esta vez más oscuro es debido a una sensación particular o personal.

David Sancho
Comentario acerca de la obra y su modelo:
Titulo;   PUESTO DE CACHARROS.
 Técnica: collage y mixta (acrílico, lápiz y vinilo) sobre dm
Medidas 25 x 25

En primer  lugar  esta foto que veis a la derecha es de un recorrido por la medina de Fez. En primer lugar me interesaba simplificar e interpretar formas, el contraste lumínico y también esa gracia que aporta la improvisación del puesto en un espacio muy reducido.
He intentado, captar esa atmosfera humilde. El protagonismo de la cerámica y los toquecitos de los huevos y sus cartones. Por supuesto invente una gama cromática a base de azules, pardos y grises donde resaltaran en este caso las insinuaciones de los objetos.
No es que el objeto en si sea lo más importante sino el conjunto, para describir el fondo use unos planos cortados, recortados y entrecortados. Para no crear un vacío o un fondo plano.
Lo que más me interesa de estos motivos callejeros por así decirlo no es conjunto en si, sino la posibilidad de interpretación que ofrece y poderlo hacer tuyo, mediante manchas, signos y caligrafía.

David Sancho

lunes, 5 de septiembre de 2011

MANUEL LAZA. SOBRE RETROSPECTIVA EN CASA FUERTE DE BEZMILIANA

    Cuadros y Poesía
          La mirada mandálica de David Sancho
 
La fuerte impresión de que lo que había leído en unas palabras de Juan Gaitán sobre la obra pictórica de David Sancho dan en la diana, muy posiblemente acompañan ahora a mi decir. Pero la percepción que tengo de los cuadros que he visto del artista plástico más maduro de su generación, (hablo de madurez en su oficio; hablo de su generación cronológica; hablo en función de lo que de todo eso conozco y he visto. Nada más), es genuina hasta donde ello es posible: se produjo apenas comenzaba yo a ver sus creaciones, y cuando lo hacía, nada aún había leído de su obra y de las opiniones y valoraciones de ésta. Por otra parte no extrañaría yo que mi visión del arte coincidiera, y no poco, con la expresada por Juan: son muchas las cosas en que, sin pretenderlo y “sin previo aviso”, ambos coincidimos.
No voy a entrar en los caminos de la crítica especializada de la pintura, donde con frecuencia se buscan ecos, influjos, historia personal de un aprendizaje que ha transitado por tales o cuales maestros, inevitablemente anteriores. Háganlo eso los expertos, los dotados para la palabra académica idónea, y vaya uno más bien a su personal manera como se ven las obras del espíritu llevadas a término con la materia de que cada modo de arte se maneja y plasma. Y así, comienzo por decir que en la pintura de David Sancho nada he visto que no sea fruto de un mirar de frente al mundo desde “interiores contactos propios”, casi seguro que indecibles sin la poesía con que él nos transmite el choque del espíritu y la materia, la luz del pedernal del alma dándosenos en plasmaciones de nítidas simbologías cromáticas. ¿Son los cuadros de David Sancho mandalas? Porque en ocasiones, me lo parecen.
Intuyo que del mismo modo que al ver sus obras por primera vez y sentir lo que me es difícil de expresar en palabras, así también el propio artista, encarado a su interior vibrante ante ese mundo donde los objetos, los paisajes, los tiempos y todos los celajes del alma humana se entrecruzan y se hacen o se quieren hacer cosa plasmada en poesía, (color y formas, o palabra y ritmos, ¿qué más da, al cabo? ¿No se dijo aquello de “ut pictura poesis”?), él solo ante el blancor del lienzo pone de sí mismo lo que por espíritu y mirada halla en el interior de cada cosa, de cada instante, ya sea un árbol, un paisaje urbano, un deslumbramiento personal ante el mundo. Y nos va dando en plasticidades lo que de su mirar le nace.
Y termino ya, ofreciendo ahora a la reflexión de quien esto lea y esos cuadros contemple, parte, (sólo parte), de lo que hizo brotar en mi interior la primera impresión de la poesía pictórica (¡y mandálica!) de David Sancho. Es un poema:
      Guerra es del tiempo, oh tiempos!

Y repentina una luz estalla una orgía de colores se armoniza y un temblor de líneas dibuja formas nacidas de dónde
y grita una joven, malherida: oh sí,
sobre el lienzo
de la batalla!
Nadie sabe nada de nadie y sólo el que pintaba mira intenso y quieto el hueco desde donde le mira su obra, oh muro vertical del museo
solitario entre el gentío, enajenado: oh sí,
ante el lienzo
de la batalla!
Y una luz estalla repentina.
Y una orgía de colores se armoniza.
Y un temblor de líneas iluminadas.
Y un tiempo de guerras, oh tiempos!
Sobre estos campos verticales de lisos lienzos germinados.
Sobre estos campos:
estalla y
armoniza
y grita
sobre los lienzos
de las batallas! Mirada quieta

 

viernes, 2 de septiembre de 2011

Valentía y color en la obra de David Sancho

Mª. Jesús Martínez Silvente
Doctora en Historia del Arte

Dedicarse a la pintura hoy es, cuanto menos, un gesto de valentía. David Sancho la conoció en su infancia y, desde entonces, no se ha separado de ella.
En este mundo de confusión creadora donde resulta tan complicada la lectura de la obra de arte, tantas son las prácticas y tan variadas las propuestas, a veces nos olvidamos de que hay artistas que confían su talento a medios tan tradicionales y contrastados como la pintura.
Valiente resulta también la fuerza con la que Sancho recurre al color -su característica más sobresaliente- mostrándolo en su pureza y en su mezcolanza, según se lo pida el lienzo. El estudio de las tonalidades se realiza con una meticulosidad extrema y los resultados que se obtienen no dejan lugar a dudas: lo que en teoría pueda parecer discordante, casa en armonía en una composición equilibrada.
El color prima sobre la forma que, en repetidas ocasiones, se afirma mediante la línea, el trazo grueso o las manchas difuminadas; los volúmenes conviven en sus espacios imposibles que, interiores o paisajes, sirven de marco a figuras que, en nuestra vida cotidiana, jamás convivirían. Pero la tradición y la naturaleza también se funden en la obra de este pintor antequerano , que muestra, de una manera muy característica, temas de siempre con una mirada actual. Sancho se sirve de claves tan modernas como la exposición de la presencia, la ausencia, el juego o la obra inacabada -y acabada por el espectador-, a las que da forma con el refuerzo de utensilios tan enraizados como la paleta y el pincel.
Tan barroco como para utilizar el bodegón e inclinarlo hacia el espectador; tan cubista como para mostrar los objetos desde varios puntos de vista; tan fauvista como para esgrimir los colores hasta dejarlos exhaustos, tan metafísico como para expresar la soledad del individuo; abstracto, figurativo, clásico, expresionista… David Sancho sabe conjugar lo mejor de todos ellos y crear una obra tan personal como valiente, cediendo al espectador la última palabra.


Crítica de Noelia García Bandera

La obra de David Sancho no nos deja indiferente y la razón es muy simple. Cuando un artista plástico se enfrenta a su trabajo con la pasión y la disciplina que se refleja en su pintura de forma tan explícita, los resultados vibran y excitan, al igual que su paleta cromática, llena de color y movimiento. Deudor del lenguaje expresionista, sus gustos se hacen patentes a través de trabajos tan laureados como los de Willem De Kooning y Alfonso Albacete, síntesis y antítesis de su labor pictórica, pues Sancho cuenta con su propio dialecto artístico.

La importancia del color no contrarresta el empuje de la forma y el contenido, tres nociones que, aunque unidas como un todo, tienen entidad propia. Así, vemos más interesante invertir los conceptos y comenzar con su temática, propia de un devorador visual del entorno real. Gracias a una serie de dispositivos personales, como la conjunción de su propia experiencia, una mirada insaciable y unos recuerdos inalterables, crea una obra donde los bodegones y los paisajes acaparan la mayor parte de su producción. Aunque el elemento humano no abunda, si muestra interés por su presencia, una presencia anónima que normalmente se minimiza con la representación del paisaje, donde la figura de una persona se puede disipar entre la grandiosidad de las arboledas y los monumentos. Señalemos la notable aparición en su trabajo de los espacios fúnebres y sus populares símbolos, iconografía conocida como inquietante y oscura, pero concebida desde una perspectiva de agrado, armonía y paz.

Cuando hablamos de la forma, involuntariamente hablamos del color, pues forma y color se unen en el lenguaje del pintor. La concordancia sensorial es tal, que acaban convirtiéndose en los límites físicos de la obra de Sancho. Su carácter intuitivo le beneficia a la hora de percibir las dimensiones y los planos, moldeando la obra en múltiples trazos. Aunque parezca un galimatías cromático plasmado sobre una superficie plana, el cuadro cuenta con un equilibrio constante de elementos y colores delicadamente estudiados, donde la tonalidad y las partes se sistematizan para nuestra contemplación pictórica. De esta forma, los valores formales de su pintura crean un eje simple donde la profusión de la línea horizontal equilibra la verticalidad a veces producida por las dobles miradas de los reflejos acuáticos.

Su inquietud y expectación llegan a tal extremo que el destino perceptible de un cuadro puede cambiar de inmediato aportándole una nueva personalidad e incluso un nuevo argumento. La fusión y confusión de pinceladas y colores se funden en otra obra sin abandonar el soporte original, ya sea tabla o lienzo, fusionando dos cuadros o inspiraciones en un estudiado resultado final. Señalemos que dentro de su trabajo se pueden observar ciertas llamadas de atención al espectador, especies de signos o dibujos donde nuestros ojos se detienen inconscientemente y nuestra mente reflexiona cuando dan con ellos. Un uso puntual, exquisito e inteligente del difícil color blanco y la utilización de la madera como un tono más dentro de su labor artística, hacen del trabajo de David Sancho un juego constante de la idea de lo acabado y lo inacabado, llegando a ser una experiencia visual ciertamente acertada a través del hábil y diestro uso de los expresivos colores.


Noelia García Bandera
Historiadora del Arte

Segunda critica , Madrid 1996

Al pintor  David Sancho.

Sus representaciones son en numerosos casos directas, sin posterior elaboración, como en algunos paisajes en los que sin duda se ha sentido emocionalmente involucrado.

Otras veces, siendo más evocadas, en estas representaciones trasciende una pretensión formal más elaborada o comprometida.

Pero en todos los casos sus soluciones parten siempre de la pintura, colores articulados y armónicos al servicio de la expresión; el lenguaje plástico tiene un total protagonismo. Existen también en esta obra soluciones comunes a otros pintores del momento actual. Pero paralelamente, y esto es lo que a mi parecer le confiere una mayor importancia a su quehacer, se observa una intensa búsqueda personal que , sin duda, aporta realidad y consistencia a su pintura , y que nos invita a contemplar un futuro que esperamos con interés y atención.






                                                    Concha Hermosilla
                                       Profesor Titular de Pintura  UCM

Primera crítica de la obra de David Sancho. 1995

Su historia de pintor es corta, pero ya comienza a manifestarse con seria y noble vocación.

Haciendo un breve recorrido por el contenido temático de los cuadros que ahora presenta, lo mas importante para David “Pintor”  es el Paisaje con todos los problemas que él conlleva: luz, color, líneas, manchas, tensión, fuerzas expresivas, integración de contrarios, coherencia, unidad tonal...
Con todo ello, resuelve su particular problemática.

Sus cuadros tan variados ya tienen un lenguaje personal, con una fractura adecuada, una luminosa y chispeante paleta, rica de color y esmaltada de luces festivas, capaz de dar intensidad a lo que pudo quedarse en puro artificio.

La pintura de David Sancho responde a una distribución de elementos y a una ordenada administración espacial, que ha derivado de la forma figurativa a una composición múltiple de armoniosa confusión.

En suma, los cuadros  que ahora expone parten de unas composiciones estrictamente pictóricas y con ello nos propone poéticas historias de adivinación y realidad, siendo muy válidas por pura plasticidad



                                             Miguel Gutiérrez Fernández.
 Catedrático de paisaje de la facultad de Bellas Artes, Santa Isabel de Hungría de Sevilla


NATURALEZA INTERIOR

“A David Sancho, por unas pinturas”

La naturaleza de cansa de oponerse a la nada. Por eso el tiempo aparece en las mitologías como ordenados del caos y vacío sin límites. Y así , en el discurrir del tiempo todas las imágenes ocupan su estancia, aunque a veces todos los sitios parecen estar fuera de lugar .Cada segundo nuestros ojos pueden captar una docena de partes de una secuencia. Por eso el mundo se mueve y no es como en los cuadros. Y es que los cuadros son eso, pedacitos del total de las cosas y del tiempo.Quietos en apariencia, inmutables en su intención, y a veces como la silla real. Y la luz parece querer quedarse, detenerse en un átomo de segundo entre sus contraluces, y elegir ese instante para soñarse a sí misma, convertida en estatua de sal a contemplar el centro del arco iris. No eres tú quien se detiene a mirarla, es esa imagen pintada la que se asombra de verte pasar y moverte a su lado, mientras ella permanece prisionera en su propio prodigio, enamorada sin remisión de su atrevimiento. En esa cárcel de geometría y color ella está inmóvil aunque no varada, sigue estando aunque no la mires. Está hecha de fibra y yeso, y pintada con extraños artilugios neolíticos llamados pinceles, que se empapan en aceites y resinas y tierras de colores. Parece una pérdida de tiempo, del ese tiempo que se ordena sumiso y gozoso en cada imagen mirada. Así se salva el caos de la mediocridad del azar.  

                                                                     Septiembre, 2000

                                                 Jesús Martínez Labrador

                                                        Artista plástico

REFLEXIÓN SOBRE EL PAISAJE

Un paisaje es un estado de ánimo, en el cual la mancha, el gesto, el color, la línea, el plano. Son recursos para expresar vitalidad o negritud. Como espejo de la realidad donde se puede respirar espacio, las forma se cierran y se abren en cualquier plano para dejar ver la intersección de cruces (en muchos casos) o móviles para articular la composición.
Muchas veces los títulos de mis obras son meros acompañamientos para crear una línea de comprensión entre el publico y la obra, otras veces cobran una gran importancia para el dialogo con el espectador, más allá de las leyes propias del cuadro, quieren expresar sueños y realidades a través de una economía formal.
Para mi el color es la característica más sobresaliente, mostrándolo en su pureza y en su mezcolanzas según lo pida el lienzo. Me gusta realizar el estudio del color con una meticulosidad extrema y los resultados pueden parecer discordantes pero que al final adquieren una composición arriesgada y equilibrada.
En la mayoría de los casos el color prima sobre la forma, que en muchas ocasiones son estructuradas mediante simples líneas o puntos.
Muchas veces me gusta que sea el propio espectador que sea el que acabe la obra e incluso que otras muchas veces le ponga el titulo.