viernes, 2 de septiembre de 2011

NATURALEZA INTERIOR

“A David Sancho, por unas pinturas”

La naturaleza de cansa de oponerse a la nada. Por eso el tiempo aparece en las mitologías como ordenados del caos y vacío sin límites. Y así , en el discurrir del tiempo todas las imágenes ocupan su estancia, aunque a veces todos los sitios parecen estar fuera de lugar .Cada segundo nuestros ojos pueden captar una docena de partes de una secuencia. Por eso el mundo se mueve y no es como en los cuadros. Y es que los cuadros son eso, pedacitos del total de las cosas y del tiempo.Quietos en apariencia, inmutables en su intención, y a veces como la silla real. Y la luz parece querer quedarse, detenerse en un átomo de segundo entre sus contraluces, y elegir ese instante para soñarse a sí misma, convertida en estatua de sal a contemplar el centro del arco iris. No eres tú quien se detiene a mirarla, es esa imagen pintada la que se asombra de verte pasar y moverte a su lado, mientras ella permanece prisionera en su propio prodigio, enamorada sin remisión de su atrevimiento. En esa cárcel de geometría y color ella está inmóvil aunque no varada, sigue estando aunque no la mires. Está hecha de fibra y yeso, y pintada con extraños artilugios neolíticos llamados pinceles, que se empapan en aceites y resinas y tierras de colores. Parece una pérdida de tiempo, del ese tiempo que se ordena sumiso y gozoso en cada imagen mirada. Así se salva el caos de la mediocridad del azar.  

                                                                     Septiembre, 2000

                                                 Jesús Martínez Labrador

                                                        Artista plástico

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